14 de marzo de 2013

El collar “egipcio” de una sacerdotisa siberiana de hace 2.400 años (Siberia, Rusia Mar 2013)


Fotos: Andrey Borodovsky
En 2004, un equipo de arqueólogos rusos realizó un descubrimiento insólito y excepcional en la necrópolis de Chultukov Log, situada en los montes de Altái, una región montañosa del sudoeste de Siberia. En un túmulo funerario apareció el esqueleto de mujer adornado con un llamativo collar de 17 cuentas en perfecto estado de conservación. Pero lo más curioso de todo es que el collar era egipcio, que ya ha sido bautizado como «el collar de Cleopatra», no porque perteneciera a la célebre reina, sino por su estilo y datación, calculada alrededor de los siglos IV y III a.C., durante el periodo tardío o el periodo helenístico, época en que Alejando Magno dominaba desde el Mar Jónico al Himalaya. La noticia no ha sido difundida hasta el pasado 1 de febrero por la revista The Siberian Times.
Las 17 cuentas de pasta vítrea que forman el collar (cada una tiene entre 2 y 2,5 centímetros de diámetro) están ensartadas en una cuerda hecha de tendón sin ningún tipo de cierre. La forma y el colorido de las cuentas responde a una técnica para fabricar vidrio más conocida como millefiori (consistente en fabricar una barra con patrones de finos bastones de vidrio de colores que se calientan en el horno para fundirse entre ellas, y después se cortar y moldear las esferas), lo que permite realizar un número indefinido de cuentas con un mismo diseño. «Durante más de 30 años he trabajado con antigüedades de Altái, y este collar probablemente es el hallazgo más hermoso que he visto en mi vida», explica el arqueólogo Andrey Borodovsky, director de las excavaciones, en unas declaraciones que recoge The Siberian Times.
Hasta la fecha no se ha realizado ninguna datación científica del collar, pero Andrey Borodovsky considera que tiene entre 2.300 y 2.400 años de antigüedad, ya que otros artefactos hallados en el mismo túmulo, como por ejemplo un espejo y un cuchillo, que son mucho más comunes en Siberia, pertenecen a esta época.«Se han encontrado piezas similares en túmulos escitas en Crimea, pero eran cuentas sueltas, nunca un collar completo», precisa Borodovsky. El esqueleto corresponde a una mujer que tenía unos 25 años en el momento de su muerte. «Pertenece al pueblo nómada de los pazyrik, y era miembro de la tribu de la llamada princesa de Ukok. La fecha de sus entierros es cercana, ambas fueron enterradas alrededor del siglo IV a.C.», añade Borodovsky. La momia de la princesa siberiana de Ukok fue hallada, casi intacta, en 1993. En sus brazos lucía unos magníficos tatuajes que representaban a animales mitológicos. «Es bastante posible que fuera una sacerdotisa. Lo que apunta a esta posibilidad es un espejo de bronce que fue depositado en su bolsa de entierro. Al espejo se le unía una cadena con colgantes de bronce, además contenía una colección de huesos procedentes de sacrificios y un pequeño cuchillo de carnicero. Todo esto demuestra que el espejo se concebía como una criatura viviente, lo que indica su función mágica», afirma Borodovsky.
Cabe preguntarse qué relación podría tener este collar, hallado en Siberia, con el antiguo Egipto. «Seguramente fue obra de artesanos de Oriente Próximo. En aquella época, no se conocía esta técnica en ningún otro lugar del mundo», explica Borodovky. Su valor en esa época sería muy elevado, equivalente a varias decenas de caballos, al cambio. Un objeto de lujo muy preciado. «En general, no resulta sorprendente porque en Siberia siempre se ha originado una especie de flujo de civilizaciones, ha sido un territorio de tránsito, rico en recursos y atractivo para emigrar», destaca. «Debemos tener en cuenta que la ruta que atraviesa Kazajistán está cerca de los caminos secundarios de la Ruta de la Seda, y es muy probable que las cuentas llegaran a Altái a través de estos caminos. Esta era, obviamente, una zona muy transitada», añade.
El fabuloso collar está actualmente en manos del Instituto de Arqueología y Etnografía de Novosibirsk para su estudio y todavía no se expondrá al público, hasta que no se publiquen los primeros resultados de los análisis.

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