14 de marzo de 2014

Torres de vigilancia de Andalucía: Contra piratas y corsarios


Texto: Alex Guerra Terra. Fotos: Miguel Bernabé. A partir de principios del siglo XVI, las costas mediterráneas españolas sufrieron la presión de una nueva piratería islámica impulsada por el auge otomano bajo el sultán Solimán I el Magnífico. Durante más de un siglo, el terror continuado a las incursiones piráticas exigió crear un sistema de defensa costero en los Reinos mediterráneos, que se tradujo en multitud de puntos fortificados de observación, torres y fortalezas, que han llegado a nuestros días para hablarnos de una historia tan terrorífica como apasionante de pillaje, contrabando, piratas y corsarios.
Torre de Cerro Gordo
Torre García
Siempre me han gustado las historias de piratas. Gracias a algunos libros y célebres películas tenemos normalmente una imagen algo estereotipada y bastante romántica sobre ellos; sus vidas libres, sus ricos tesoros escondidos, sus amores furtivos… y aunque sepamos que la realidad era bien distinta, no hemos podido evitar soñar, en algún momento de nuestras vidas, con ser un valiente pirata dueño del mar y su destino, al margen de toda ley humana. Sin embargo en España, como en todos aquellos territorios en los que vieron una fuente de riqueza, causaron verdaderos estragos entre los siglos XVI y XVII. Con el comienzo de sus feroces ataques, el viejo sistema de defensas costeras heredado de los nazaríes, se hizo insuficiente para afrontar las amenazas de los piratas y corsarios moros, turcos y berberiscos, quienes encontraron en nuestras costas un lugar propicio para aprovisionarse de agua y otros enseres, y adentrarse al territorio para cometer todo tipo de pillajes, sobre todo capturar prisioneros para trabajar en las galeras, venderlos como esclavos en los mercados norteafricanos, o intentar cobrar por sus rescates, creando una situación de peligro y pánico continuos. Contra esta situación, se mejorarán a partir del siglo XVI las fortificaciones existentes, y se crearán otras nuevas. Para rescatar este apasionante fragmento de historia, realizamos un recorrido por nuestras costas andaluzas, a lo largo de las cuales se erigen cientos de torres vigías que tenían como principal función, vigilar el mar constantemente, y comunicarse entre sí para advertir a las poblaciones vecinas sobre la inminente llegada del mayor peligro al que se enfrentaban: los piratas.
Torre de Benalgabón
Ahumadas y fogatas. Nuestro punto de partida es la costa malagueña, en el término municipal de Rincón de la Victoria, donde a unos pocos kilómetros de la ciudad de Málaga se alzan dos torres almenaras del siglo XIV. La más llamativa, la Torre de Benalgabón, ubicada sobre un pequeño montículo, tiene un cuerpo inferior macizo sobre el que se levanta la cámara de vigilancia, cuya entrada se localiza a unos seis metros del suelo. Al principio llamó mi atención esta disposición, pero luego pude observar, en el resto de mi recorrido, que sólo en unas pocas la puerta está a ras de tierra, y a la mayoría se accede por una escalera que en algunos casos podía ser retirada en cualquier momento. La razón: impedir la entrada del enemigo. El interior de estas torres tienen una, o a veces dos estancias cubiertas con bóvedas y una escalera de caracol total o parcialmente embutida en el muro, por la que los torreros accedían a la plataforma superior de la torre. Al verlas, resulta sorprendente que tan discretas estructuras pudieran hacer las veces de defensa contra los temibles y poderosos piratas, y nos preguntamos cómo diablos hacían para conseguirlo. Lo cierto, es que a pesar de estar pertrechadas con algunos cañones, individualmente poseían nula utilidad defensiva, pero formaban parte de todo un complejo sistema, en el que un mensaje de alerta podía recorrer miles de kilómetros, a modo de “línea telegráfica”. Es decir, su función, era de vigilancia y alerta temprana, y no de defensa activa. Como dijo Jaime I: “las torres existen para emular el ojo humano, ya que su misión es prevenir cualquier daño”. ¿Pero cómo lograban estas pequeñas torres ser visibles desde tan largas distancias? Pues para algo todas tienen una chimenea. Durante el día los “guardas de la mar”, como se llamaban a los vigilantes torreros, se comunicaban con las otras torres mediante ahumadas, encendiendo grandes fogatas, si atisbaban un peligro, y durante la noche, hacían lo mismo y la consigna era la luz emanada. Este procedimiento, típicamente musulmán, existía en todo el litoral africano desde el siglo VIII. En una sola noche, podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta, y resulta curioso comprobar la perfección del sistema. Al menos en teoría.
Castillo Macenas
Moros, turcos y berberiscos. Aunque los orígenes de las torres vigías en nuestra geografía peninsular se remontan a la época de los romanos, quienes las utilizaban para proteger las salinas y fábricas de salazones, el litoral se protegió de forma sistemática con torres de almenara a partir del siglo XIV, en época nazarí, fundamentalmente en tiempos de Yusuf I, bajo la dirección del primer ministro Abu-l- Ridwan. De ahí el apelativo “almenara” que muchas torres llevan, que viene de esta época, del árabe al-manara, “faro-fuego”: fuego que se hacía en las atalayas o torres ópticas, como señal de aviso. Pero a partir del siglo XVI, el agresivo avance de la piratería islámica, fortalecida en el siglo XVII por los moriscos expulsados de España, perfectos conocedores de la costa, obligó a construir un nuevo sistema defensivo y fortalecer el ya existente, que a pesar de ser práctico en teoría, ya que conseguía el envío de mensajes a alejadas poblaciones, pronto una serie de problemas afectaron al sistema dejándolo casi obsoleto. La falta de recursos para su mantenimiento, tanto estructural como humano, hizo que se convirtieran con el tiempo en meras rocas fantasmagóricas que jalonaban la costa mediterránea. Este hecho, fue aprovechado por piratas tan conocidos como los berberiscos Jeireddín Barbarroja y su hermano Hizir, o el terrible morisco Al-Doghalí, quienes se sumaron más tarde a los ataques franceses, ingleses y holandeses, deseosos de los tesoros que las naves españolas traían de las Indias. Además, lejos de la imagen romántica de nuestros piratas de celuloide como el simpático Capitán Jack Sparrow, éstos, los reales, eran crueles y pendencieros, y además portaban multitud de enfermedades que contagiaban a los habitantes de las poblaciones que invadían, debido al nulo control sanitario a bordo de sus navíos. Estos indeseados desembarcos, resultaban en una oleada imparable de desconocidas enfermedades.
Faro de Torrox
Torres, castillos y fortalezas. Seguimos nuestro recorrido subiendo por la costa unos 15 kilómetros, hasta llegar a donde se hallaba la Torre del Mar (hoy desaparecida) que dio nombre al pueblo donde se asienta, en el sector noreste del Casto Histórico de Vélez-Málaga. En este municipio, se erige además el Castillo Fortaleza de Vélez en su punto más alto, a 133 metros sobre el nivel del mar, un enclave ideal para cumplir con su función de control militar y último reducto para la población en caso de ataques piráticos. Ocasiones no han faltado a lo largo de la historia para comprobar la utilidad de las torres. Pero de hecho, como hemos comentado, no funcionaron bien en muchos casos, sobre todo por la falta de fondos para mantener a los hombres y pertrechos que se necesitaban para su eficacia, por lo que a partir del siglo XVII se reduce el uso de éstas y se multiplican los castillos para la defensa, en los que se sustituye la figura del “guarda de la mar” por la de los “infantes del pie de la costa”. Recientes investigaciones, demuestran que el origen de este castillo puede remontarse al siglo IX, en los momentos del Califato de Córdoba. Todo parece indicar que el primer núcleo humano medieval fue un hábitat que se desarrolló al amparo de un castillo para el control de las comunidades mozárabes que predominaban en los Montes de Málaga y la Sierra de Bentomiz, pero en tiempos modernos fue totalmente olvidado y desmantelado, llegándose a vender por parte de las autoridades municipales para convertirse en una cantera de cal. En 1967 el Ayuntamiento acordó adquirir la fortaleza, que con la ayuda del Ministerio de Turismo desarrolló un proceso de reconstrucción, pero igualmente lo que ha quedado del castillo es una mínima parte de lo que fue, aunque al menos actualmente podemos hacernos una idea del bello estilo arquitectónico que poseía.
Torre Atalaya de la Viñuela
Ingleses, franceses y holandeses. Desde Vélez-Málaga a unos 15 km hacia el interior, se halla en las cercanías de la Viñuela la  Torre de la Atalaya de la Viñuela, torre almenara de construcción árabe que formaba parte del sistema de comunicaciones entre la costa y el castillo de Zalia. Vale la pena llegar hasta el lugar ya que la Torre tienen un estado de conservación aceptable y conserva una ménsula del matacán que defiende la puerta situada, una vez más, a unos 6.5 metros de altura. Esta torre tenía su pareja en el Cerro Agudo, hoy destruida, y ambas señalaban el límite del territorio de Vélez. Poco a poco las torres fueron perdiendo importancia, y en el siglo XVIII la política diplomática de Carlos III pasa a ser más efectiva, firmando tratados de paz con Marruecos y Turquía. Sin embargo se establece una nueva situación en todo el Mediterráneo, donde piratas y corsarios de Inglaterra, Francia y Holanda, son los nuevos enemigos. Sir Francis Drake, uno de los más célebres piratas ingleses, asediaría nuestras costas en esta época. Desde Viñuela volvemos a bajar hasta la costa para presenciar una de las curiosidades que tiene el pueblo malagueño de Algarrobo, que es su Torre Ladeada, también llamada El Portichuelo o "ladeá" como se dice en el pueblo. La torre es una almenara, que como casi todas las de la Costa de la Axarquía, fue construida en época islámica, para defender la zona de los ataques de piratas del mar. Su considerable inclinación, de unos 18º, emulando a la Torre de Pisa en Italia, se debe a que sus cimientos, poco profundos, se realizaron sobre la misma arena de la playa y las regresiones del mar y fuertes vientos de poniente, la obligaron a inclinarse. Muy cerca, la Torre Derecha es una torre-fortín construida a mediados del siglo XVIII, bajo el reinado de Fernando VI, para sustituir a la “ladeá”. Aún en la costa, a unos 3 o 4 kilómetros, encontramos la Torre de Lagos, construida en el siglo XVII, a unos 20 metros sobre el nivel del mar en un cerro frente al Cerro de la Molineta, cerca de la localidad de Lagos, en el término municipal de Vélez-Málaga.
Torre de Maro
Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Seguimos nuestro trayecto por la defensa contra la piratería del medioevo, y a unos pocos kilómetros nos encontramos con el Faro de Torrox, en Torrox, aún en Málaga, que está construido sobre una antigua torre de vigilancia. Continuando por la costa, a unos 20 kilómetros aproximadamente, llegamos a los Acantilados de Maro-Cerro Gordo (Nerja), donde se alza la Torre de Maro o Calaturcos, construida justo en el escarpado acantilado en el siglo XVI para intentar paliar la indefensión que sufrían los labradores y pescadores de la zona. Para los piratas era un lugar muy fácil donde aprovisionarse de agua y capturar prisioneros, creando una situación de peligro continuo que contribuía a desestabilizar una economía ya de por sí crítica. Su condición humilde les facilitaba la tarea, y aunque pueda parecer que estos prisioneros no eran rentables, si no recibían rescate por ellos, los destinaban finalmente a las galeras, o a su venta como esclavos en los mercados norteafricanos. De una manera u otra, eran aprovechados con total impunidad. La Torre de Maro, junto a otras torres que conectaban visualmente entre sí, formaba parte de todo un complejo sistema defensivo, que como hemos visto, cae en decadencia a partir del siglo XVI, y esta torre corresponde a ese período. En estos mismos acantilados se encuentra la Torre Almenara del Río de la Miel, que toma el nombre del pequeño Arroyo de la Miel. Se encuentra en un estado deplorable, semiderruida, pero tal vez por su historia y la belleza de su emplazamiento, se halla protegida como Patrimonio Histórico Español, aunque a mí me ha parecido que no tardará en derrumbarse completamente.
Azucarera de Maro
La Azucarera de Maro. La localidad de Maro, donde nos encontramos, tuvo un próspero pasado relacionado con la industria de la caña de azúcar, de la que ya se tenía conocimiento de antiguos trapiches en el siglo XVI. Ya que estamos tan cerca, recomiendo vivamente una visita nocturna a la Azucarera de Maro, donde sé de buena fuente que acuden numerosos grupos de investigación de fenómenos paranormales para intentar captar en sus aparatos de audio y fotografía, algunos hechos extraños que parecen ocurrir en el lugar relacionados con su pasado, en el que ostentaba, sobre las actuales ruinas, la fábrica de azúcar y alcohol, veinticuatro viviendas para los obreros, la casa de la dirección, el acueducto y obviamente, extensas superficies a su alrededor para e cultivo de la caña de azúcar. La fábrica se mantuvo activa bajo la propiedad de diferentes familias, compañías y bancos, en los que algunos hechos escabrosos parecen haber acontecido, hasta su cierre definitivo a mediados del siglo XX. La fábrica carece de protección arquitectónica, por lo que su cercanía a la autovía, la tranquilidad que aportan los campos de cultivo que la circundan y las excelentes vistas hacia la sierra de La Almijara y el mar, constituyen unas excelentes condiciones que sugieren la posibilidad de un aprovechamiento hotelero o residencial, que tal vez muy pronto veamos materializado. Como nos encontramos en Nerja, podemos aprovechar a visitar las famosas Cuevas de Nerja, de las mejores y más antiguas de Europa con pinturas rupestres que representan 589 motivos esquemáticos y naturalistas, entre los que se hallan focas de hasta 42.000 años de antigüedad.
Torre de los Diablos
Hacia Granada. Subiendo hacia el norte unos 15 kilómetros más por la costa, encontramos la Torre Atalaya de Los Diablos, situada en la Playa de Cabría, el término municipal de Almuñécar, ya en la provincia de Granada. Desde esta torre podemos comprender en toda su dimensión la comunicación entre ellas, pues alcanzamos a ver cómo enlaza a poniente con la Torre de la Galera y a levante con la Torre del Cambrón. Probablemente se construyó sobre el año 1766 al objeto de sustituir a la que había al lado, la Torre de Enmedio, que era medieval, y el motivo de su nombre, según un antiguo relato, es que de ella salieron unos ladrones vestidos de diablillos para robar a unos pasajeros que iban en dirección a Almuñécar. En esta localidad podemos ver también la Torre Atalaya de Cerro Gordo, y pasando unos kilómetros al norte, la Torre Galera y la Torre Punta de Velilla (Velilla-Taramay), situada en la llamada Punta de Velilla y de ahí, el nombre. Antes se le denominaba Torre del Hachuelo y Estancia del Chuchelo. A la derecha tiene el Castillo de Almuñécar o San Miguel y por la izquierda la Torre de la Galera.
Torre de los Diablos
Indiana Jones y la última cruzada. Tierra pródiga en castillos, Almería alberga el Castillo de Baños (Polopos, con la Torre Atalaya del Cautor, muy cerca), los Castillos de La Calahorra y de Guardias Viejas, entre otros. En la propia ciudad de Almería podemos visitar el Castillo de la Alcazaba, antes de dirigirnos hacia la zona del Cabo de Gata, donde hay una torre de origen probablemente islámico: la Torre García. Pero la zona es en realidad conocida en los últimos años, gracias no sólo a sus impresionantes playas, sino por haber sido uno de los escenarios de “Indiana Jones y la última cruzada” (Steven Spielberg, 1989). En Mojácar existe otra torre que se llama también Torre de los Diablos, cerca de la cual se alza el Castillo de Macenas, construido en el siglo XVIII a unos 9 kilómetros del pueblo de Mojácar, en la playa de Macenas. Sin embargo, toda esta batería de fortificaciones y torres no pudieron contrarrestar las temerarias incursiones piráticas de los siglos XVII y XVIII, que a pesar de todos los esfuerzos, mantuvieron en un verdadero estado de terror a estas poblaciones costeras. Como diría el propio Capitán Jack Sparrow, “Bueno, confesaré: me propongo tomar una de estas naves, reunir una tripulación en Tortuga y atacar, saquear y robar como una comadreja hasta reventar.”
Torre de Galera
Los hermanos Barbarroja. Nacidos en la isla griega de Lesbos, los cuatro hermanos varones se dedicaban junto a su padre al negocio familiar de la alfarería. Pero muy pronto, los conflictos entre cristianos y musulmanes  despertaron en tres de ellos su espíritu belicoso, y se dedicaron al corso y la piratería para el Imperio Otomano. Uno murió al poco tiempo, pero los otros dos, Aruj e Hizir continuaron con sus incursiones piratas. A Aruj se le conocerá más tarde como “Baba-Aruj”, o “Papa-Aruj”, en tono cariñoso por ayudar a los mudéjares españoles a escapar hacia África de la persecución, de lo que luego derivó “Barbarroja” por un malentendido. Más adelante perderá su brazo izquierdo por el disparo de un arcabuz, y lo sustituirá por uno de plata, lo que le granjeará el nombre de “Brazo de Plata”. Por su parte Hizir será conocido como “Jeireddín”. Sus excesivamente temerarias acciones y crueles saqueos infundieron el miedo en los reinos cristianos, pero a la vez despertaron la admiración del mundo. Durante parte del siglo XVI lograron otorgar a Turquía la supremacía absoluta en el Mediterráneo, hazaña por demás importante considerando la potencia de las flotas cristianas del momento. Cansado de una vida intensa de aventuras y satisfecho con sus éxitos, Barbarroja decidió dejar a su hijo como sucesor de su flota y gobernador del reino de Argel, y construir un palacio en el Bósforo para su retiro, donde escribió sus memorias, muriendo serenamente en 1546. Permanece en la memoria de los turcos como un héroe.
Torre de Galera
La cueva del tesoro. La cueva se halla cerca de la Torre de Benalgabón, (Rincón de la Victoria) y es sobre todo conocida por la leyenda que la rodea sobre un tesoro oculto en una de sus grutas durante la época de las incursiones piratas árabes, que escondieron su tesoro en el siglo XII. El mar formó galerías típicas de cuevas submarinas, con columnas y gargantas que son la base de la cueva, pero más tarde, una vez emergida la zona sobre el nivel del mar, filtraciones de agua dulce fueron constituyendo formaciones de estalactitas y estalagmitas, propias de cuevas de origen terrestre y de la erosión por agua dulce. Es una de las tres únicas cuevas de origen marino que se conocen en el mundo, y la única de estas características en el continente europeo; las otras dos se descubrieron en Asia y América Central. El pirata “cabrón”. Muchos de estos lugares, como todos aquellos en los que están involucradas las incursiones de piratas y corsarios, están rodeados de leyendas que hablan de energías extrañas, apariciones misteriosas y tesoros escondidos. También existen otras historias menos apasionantes, como la de un comerciante, regidor y pirata gaditano, conocido por la crueldad de sus procedimientos con los enemigos. Llamado Pedro Hernández Cabrón, dicen las malas lenguas que su segundo apellido dio origen al término “cabrón” para referirse a una persona de mala fe y maneras.



2 comentarios:

  1. Despues de la Torre ubicada en Polopos, antes de llegar a la provincia de Almería, existe otra torre vigia: Torre Vigía de La Rábita, cercana al Castillo de La Rábita.

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    1. Hola Ma. Asención, gracias por la información. Un saludo.

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